Reds

AUTOR: Sergio Salinas
PELICULA: Reds
TÍTULO ORIGINAL: Reds
AÑO ESTRENO: 1981
DIRECTOR: Warren Beatty

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WARREN BEATTY

Formado como actor en el célebre «método» del Actor’s Studio, Warren Beatty se constituyó en los años sesenta en el relevo de figuras como Marlon Brando , Paul Newman , Montgomery Clift, especializándose, como ellos en la década anterior, en roles de joven rebelde y atormentado. Lanzado al estrellato nada menos que por, uno de los padres del «método», Elia Kazan, compuso en Esplendor en la hierba (1961) uno de los mejores personajes de su carrera. Después de correr el riesgo de ser encasillado en el papel de joven narcisista e indolente (A cada cual su propio infierno, Primavera romana), supo imponer su talento y versatilidad en dos filmes notables: Lilith, dirigido por Robert Rossen y Así soy yo (Mickey One) de Arthur Penn, ambos realizados en 1965. Junto al mismo Penn dará un nuevo giro a su carrera al producir para él, junto con asumir el rol protagónico, Bonnie and Clyde (1967), uno de los grandes éxitos artísticos y comerciales de la década. Como muchos otros (Paul Newman, Jane Fonda, Barbra Streisand, Michael Douglas, Robert Redford, Jack Nicholson) se asegurará desde entonces una mejor administración de su talento, al compartir los roles de actor y productor.

 

En 1975 suma a estas funciones la de coguionista, al producir para Hal Ashby Shampoo, una corrosiva comedia que cuestionaba a la sociedad norteamericana a través de sus hábitos sexuales. El éxito de este filme confirma a Beatty sus dotes de productor y lo insta a incursionar ya en la realización. Co-dirigida con Buck Henry, un exitoso guionista, El Cielo Puede Esperar daba seguridad a Beatty en todos sus niveles: el guión lo escribió junto a Elaine May, una brillante escritora realizadora y constituía un «remake» o nueva versión de una célebre comedia, El difunto protesta, que obtuviera un «Oscar» al mejor guión en 1941.

 

Desde 1972, Beatty empieza a concebir, junto al escritor Robert A. Rosenstone, el proyecto que, basándose muy libremente en la biografía de este último: John Reed, un revolucionario romántico, realizaría a partir de 1979 con el nombre de Reds.

José Román

 

REDS

En este filme, Warren Beatty propone una visión personal de la figura del célebre periodista y politice norteamericano John Reed. El proyecto se caracteriza por la ambición, tanto en lo temático como en lo formal y es íntegramente atribuible a Beatty, quien ha concentrado en esta empresa un conjunto de funciones decisivas para el resultado final (productor, director, co-guionista y principal intérprete).

 

El cineasta se aboca a la tarea de recrear la existencia de John Reed a través de un relato extenso, que supera las tres horas de proyección, de alto costo y acabada factura técnica. Beatty procura plasmar la vida de Reed tanto en lo que fue su actividad pública, como en el registro intimista de su vida privada. En este último aspecto concede especial importancia a la relación sentimental de Reed con la periodista Louise Bryant (Diane Keaton).

 

El intento de trabajar sobre este doble registro enmarca las fallas y los logros del filme. En general, Beatty obtiene una película digna, de técnica sólida e indudable interés temático. Pero el defecto central de Reds reside en su escaso poder de síntesis, al preferir el director un estilo narrativo que procede por acumulación antes que en profundidad. Son demasiados los hechos descritos en la cinta -algunos de ellos irrelevantes para el desarrollo dramático- con lo que se obtiene un relato más bien anecdótico, al estilo de una biografía ilustrada, seguramente amena, pero que en algunos pasajes llega a lo epidérmico.

 

Las zonas del filme en que este peligro se hace más notorio son aquel las referidas al marco histórico, social y político. Al final de cuentas resulta obvio que lo más logrado en este ámbito es lo que Warren Beatty conoce mejor: la historia de su propio país. Hay aciertos indudables en la recreación de las costumbres de la época, en la descripción de los inicios de las luchas sindicales y de los movimientos feministas, en la observación del ambiente periodístico e intelectual en la Norteamérica de comienzos de siglo. Todo lo que sucede fuera de Estados Unidos, en cambio, aparece tratado como a través de vistazos rápidos y superficiales, esquemáticos, pintorescos.

 

Desde la perspectiva de la posición del cineasta frente al material que aborda, es manifiesta la simpatía e, incluso, cierta fascinación de Beatty por la personalidad de John Reed, interpretada bajo una óptica paradojalmente individualista. Lo paradojal consiste aquí en que Beatty no plantea una adhesión incondicional a los postulados políticos de John Reed (es notoria esta relativización en la segunda parte de la obra), pero sí se identifica con su fervor, su capacidad de compromiso, su idealismo y pureza moral. Es en este terreno, en el enfoque del personaje antes que en la estructura narrativa o formal de la película, donde aparece el elemento que relaciona lo social y político con lo personal y afectivo.

 

En ambos campos, Reed queda visto por Beatty como una suerte de redentor, guiado por una ética de entrega generosa, sin condiciones. La valoración que el realizador hace de estos elementos constituye la línea de desarrollo más coherente de la cinta, revelando de paso que tras la imagen del actor famoso existe la personalidad de un cineasta que puede proporcionar más de una sorpresa de persistir en su incipiente trayectoria de autor de filmes.

Sergio Salinas R.

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